la poesía voltea tú silencio



Belleza mascadora de chiclet,
donde la feminidad alcanza el límite del vigor,
y los músculos campan durísimos,
inaprensibles al pellizco galante.
Próxima a las puertas del sexo,
te mantienes un milímetro distante de la salida,
y tu amenaza de desbordar el área de juego
es más una travesura que subraya
la curvatura de tu trayectoria,
falsamente estirada en súbito zig-zag.
En esta hora de indiscriminación sexual,
tus posibilidades de cotización son precarias,
y tienes que disimular tu feminidad,
para acercarte al varón de cabellos largos e ideas cortas.
Así, tu cuerpo es hermoso,
a pesar de las descuidadas prendas que lo disfrazan.
Así, tu boca es dulce,
a pesar de las toscas palabras que la manchan.
Sabrosa arcilla del paraíso, cubierta
por la seca ortiga del escombro.
Eterna y pura naturaleza, avasallada
por efímera y densa cultura.
Hay que amar la blanda pulpa de tu cielo,
por abajo y arriba
de la dura corteza de tu tierra.

                       De RICARDO CARVALHO CALERO, “Avalón”


Abre la boca y cierra los ojos: apología del sexo oral

Publicado por 

LENGUA(Édouard-Henri_Avril)




Leyendo la novela Pasos, de Jerzy Kosinski, me topé con esta descripción sencilla, poética y precisa de una felación: “Tenerlo en la boca es una sensación extraña. Es como si de pronto todo el cuerpo del hombre, todo, se hubiera encogido y reducido a esa única cosa. Y entonces crece y te llena la boca. Se convierte en algo rebosante de fuerza, pero a la vez sigue siendo frágil y vulnerable. Podría asfixiarme. O yo podría arrancarlo de un bocado. Y cuando crece, soy yo quien le da vida; mi aliento lo mantiene, y se desenrosca como una lengua enorme. Me ha gustado lo que ha salido de ti: como cera caliente, se fundía de pronto sobre mí, en mi cuello y mis pechos y mi abdomen. Me sentía como si me bautizaran: era tan blanco y puro”.

Ahí tenemos resumida la filosofía de la fellatio: la mezcla de fuerza y vulnerabilidad extremas, la concentración sensorial en un solo punto, el cumshot bautismal. Dándole vueltas a ese párrafo y a otros similares me fueron viniendo a la cabeza muchas preguntas sobre el sexo oral: ¿Por qué hay mayor prevalencia de felaciones respecto a cunnilingus? ¿Es cierto que el esperma es nutritivo? ¿Qué diferencia hay entre fellatio e irrumatio?

Este artículo dará respuesta a estas preguntas sin pretender ser una guía práctica, aunque si eso es lo que buscáis, la educadora sexual Violet Blue ha escrito todo lo que hay que saber sobre cómo hacer cunnilingus yfelaciones. Pretendo más bien un somero repaso cultural y sociológico a la afición humana por acercar la boca a los genitales; un hobby que, como tantos otros, empieza por uno mismo.

1. El consuelo del forever alone

“Si tuviera un clon de mí mismo, consideraría establecer una relación seria con él. Salir con tu propio clon no puede considerarse gay”. Jarod Kintz

Sentado sobre un montículo en las aguas primordiales de Nu, el dios egipcio Atum, “el completo”, el Sol del Atardecer, único ser existente en el universo, se aburre. La solución que encuentra es curiosamente parecida a la mía en estos casos: masturbarse. No le basta con utilizar la mano en su sagrado miembro, así que se da placer con la boca, formando un círculo sobre sí mismo (pensad en esa perturbadora imagen la próxima vez que veáis unourobouros, la imagen de la serpiente que se muerde la cola). Al sentir el semen en su boca, Atum no lo engulle, a pesar de sus divinas proteínas, sino que lo escupe, y de esa mezcla de esperma y saliva surgen Shu (dios del aire) y Tefnut (diosa de la humedad y el rocío).

GEB (Geb, nieto de Atum, junto a Nut)

Este ejemplo mitológico de autarquía sexual lleva inevitablemente a pensar en las posibilidades del sexo oral autónomo. Aparentemente, menos de un 1% de hombres puede alcanzarse el propio pene, y solo un 0,2% tiene la flexibilidad suficiente para realizar una autofelación completa y tratar de engendrar dioses al escupir después su propio esperma. Me pregunto qué divinidades habrán surgido de Ron Jeremy, uno de los pocos actores porno de cuya capacidad autofeladora ha quedado constancia. Las mujeres lo tienen a priori más difícil para autosatisfacerse oralmente: tienen que avanzar unos centímetros extra. Y para cualquier género es una actividad proclive a contracturas y peligros: me viene a la cabeza el famoso diálogo de Clerks sobre el tipo que se rompió la espalda intentando llegar hasta su propio pene y logró la victoria después de muerto, como el Cid campeador.

Otra forma de acceder al sexo oral sin partenaire ni peligro de muerte es mediante soluciones mecánicas. En el caso masculino, más allá de las muñecas hinchables a lo Wilt con lo que en catalán se llama boqueta petonera, existen aparatos parecidos a latas aterciopeladas que con muy poca fortuna (o eso dicen, ejem) tratan de imitar la sensación de una fellatio. El utensilio femenino equivalente sería el Sqweel, nombre comercial de un invento delirante formado por pequeñas lenguas giratorias. En la entrada del Sex Machine Museum de Praga hay expuesto uno bastante antiguo y de aspecto más amenazador que otra cosa. Y en webs especializadas en bricosexo puede encontrarse una sierra mecánica simuladora de cunnilingus llamada Lick-a-chick.


2. Breve historia del congreso bucal

Clinton mintió. Un hombre puede olvidar dónde aparcó el coche o dónde vive, pero nunca olvida el sexo oral, por malo que sea”. Barbara Bush

Pero volvamos al Antiguo Egipto, tierra de pirámides y sexo oral. Tras una pequeña diferencia de opinión, el dios Seth primero entierra vivo y más tarde descuartiza en catorce pedazos a su hermano Osiris. La viuda Isis se lanza a la búsqueda de los fragmentos y los encuentra todos menos uno, el pene, que ha sido devorado por los peces. Frustrada, Isis fabrica un falo de barro cocido (quién sabe si del mismo tamaño que el original), lo une al cadáver y lo besa, “soplando” la vida en su interior y resucitando a su marido. Thierry Leguay, autor de Histoire raisonnée de la fellation, fija en este mito la mención más antigua al sexo oral.

ANFORA (año 510 aC)

No es la única. Como expliqué en el Jot Down número 3, una leyenda atribuye a Cleopatra la invención del vibrador empleando un tubo de cobre relleno de abejas. Y otra historia apócrifa la sitúa como experta feladora, probablemente por su nombre griego Merichane, que significa “la boquiabierta”, “la de boca grande” o “Julia Roberts”, pero que en un alarde de imaginación se ha traducido a veces como “la boca de los diez mil hombres”. Una improbable leyenda similar atribuye a la emperatriz china Wu Zetian un decreto por el que los embajadores de otras tierras debían rendirle pleitesía mediante un cunnilingus. Y en una lectura atenta del Cantar de los Cantares de la Biblia resulta sospechoso el versículo “Tu ombligo es un cántaro en el que no falta el vino aromático”, que tiene más sentido, como defienden ciertos lingüistas, traduciendo “vulva” en lugar de “ombligo”. En el Kama Sutra, escrito alrededor del s. III a. C., existen referencias ilustradas al “congreso bucal” oauparishtaka. más explícitas y hasta cómicas resultan las piezas pornográficas de cerámica de la cultura moche, que floreció en Perú entre el 200 y el 700 d. C.

Podemos seguir el rastro histórico del cunnilingus a través de expresiones populares camufladas. Por ejemplo,tipping the velvet, expresión extraída del porno victoriano y usada por Sarah Waters como título de una lésbica novela traducida aquí como El lustre de la perla. O la frase moustache ride (“cabalgada de bigote”), orgulloso eufemismo cowboy originado en Texas en el siglo XIX para describir a la mujer sentada sobre la cara del hombre. En cuanto a su representación gráfica, ya comenté que es complicado encontrar en el arte imágenes explícitas de vulvas. En los frescos eróticos conservados en Pompeya podemos ver varias escenas de cunnilingus, pero a los romanos les dedicaré una sección entera más adelante. Alguna de las representaciones pictóricas más precisas y ponedoras de cunnilingus las realizó Édouard Henri-Avril, que bajo el pseudónimo de Paul Avril pintó a finales del siglo XIX escenas eróticas de todo tipo con habilidad y elegancia.

Pero la gran explosión del sexo oral, y en particular de la fellatio, en el imaginario popular llegó en 1972 con la película Deep Throat (Garganta profunda) y su lisérgico argumento: una chica descubre que su clítoris está alojado en la garganta, por lo que las felaciones profundas (y, supongo, los ataques de tos) le producen arrebatadores orgasmos. Existe constancia histórica del clítoris movedizo de Marie Bonaparte, pero todo tiene un límite.

Reconozco la importancia de Deep Throat como icono liberador de masas, pero nunca me ha gustado la película en sí. Su actriz protagonista, Linda Lovelace, aparentemente rodaba porno bajo la amenaza constante de un marido alcohólico y maltratador. Años más tarde Linda se convertiría en ferviente activista antiporno, aunque afirmó amargamente en una ocasión que se sentía explotada por las abolicionistas. Desde mi punto de vista, erradicar la pornografía porque existan abusos en su seno es como querer eliminar las zapatillas deportivas por los talleres ilegales de Camboya. Sin embargo, cierto es que el porno necesita una renovación a fondo, y dejar de santificarDeep Throat sería un buen comienzo.

En películas recientes se muestran felaciones y cunnilingus no simulados en un contexto no pornográfico: The Brown Bunny, con Chloë Sevigny (como ya comenté), Baise-moiIntimacyShortbusNine songs… O el tórrido cunnilingus de James Bullard en Ken Park, que llegó al cartel de la película. Pero la apoteosis sociológica de lafellatio llegó con la no ficción: Monica Lewinsky y su “relación impropia” con el presidente Clinton. Semanas de discusiones sobre si podían o no considerarse adulterio una mamada y la inserción de un habano. Y, como colofón, una mancha en un vestido que bien podría haber exhibido Andy Warhol como pop art.

3. La sutil diferencia entre fellatio e irrumatio

Pedicabo ego vos et irrumabo”. Gayo Valerio CatuloCarmen 16

En el fantástico ensayo El sexo y el espanto, de Pascal Quignard, se analiza la sexualidad grecorromana desde todos los ángulos posibles. Su moral sexual no distinguía especialmente entre homosexualidad y heterosexualidad (conceptos que no utilizaban), sino entre actividad y pasividad. La sodomía activa no representaba ningún problema, pero un homosexual pasivo no podía participar en política ni tenía derechos ciudadanos. Un dominus que sodomizara a uno de sus esclavos no tendría problema, pero uno que se hiciera sodomizar por un esclavo cometería una infamia.

Con el sexo oral ocurría algo parecido. En una fellatio la parte activa se introduce el miembro en la boca mientras que el dueño del pene “se deja hacer”. Para un ciudadano romano ese chupar espontáneamente (fellare significa “chupar”) sería incomprensible. La irrumatio la realizaban penetrando activa y repetidamente la boca del receptor pasivo: lo que en argot actual se llama face fucking. Para un romano la sodomía activa (pedicare) y la irrumación eran virtuosas; la felación y la pasividad anal, infames.

La boca es el órgano de la oratoria y la política: silenciar a un ciudadano irrumándole, es decir, metiéndole el miembro en la boca, era un insulto, una demostración de poder. De ahí la amenaza de Catulo en Carmen 16: ante un par de amigos que le consideran impúdico o sensiblero, el poeta responde “pedicabo ego vos et irrumabo”, es decir, “os follaré el culo y la boca”, reafirmaré mi hombría (virtus).

POMPEYA

El cunnilingus tenía tan mala fama como la fellatio. Se le atribuía a las mujeres griegas de Lesbos (el verbolesbiázein significaba “lamer”), y según Quignard, “esta práctica, tolerable en los gineceos, en el caso del hombre libre era considerada una infamia a partir del momento en que le crecía la barba”. Y no precisamente porque los pelos fueran a resultarle rasposos en la vulva a la mujer. Sin embargo, el cunnilingus tuvo un insospechado defensor: al emperador Tiberio le apasionaba lamer la vulva de las matronas. Y es que los Princeps (emperadores) tenían poder y autoridad para realizar lo prohibido, aunque eso no les librase de una cierta chirigota popular. Cuando una dama noble llamada Malonia prefirió suicidarse antes que dejarse lamer por Tiberio, una sátira inmortalizó la frase Hircum vetulum capreis naturam ligurire (“el chivo viejo lame las partes naturales de las cabras”).

Aunque hoy en día la centralidad de la irrumatio haya sido sustituida por la fellatio, su carga de dominio y sumisión se mantiene. Vemos un buen ejemplo en este fragmento de El animal moribundo, de Phillip Roth, donde unairrumatio provoca una cruenta batalla de sexos, sin prisioneros y a cara de perro:

Cierta noche, cuando ella estaba tendida en la cama, pasivamente boca arriba, a la espera de que le separase las piernas y me deslizara adentro, en lugar de hacer eso le apoyé la cabeza en ángulo contra la cabecera de la cama, y con mis rodillas a uno y otro lado de su cuerpo, me incliné hacia su cara y rítmicamente, sin interrupción, la follé por la boca. (…) Con la intención de conmocionarla la mantuve allí inmóvil tomando un mechón de su cabello y rodeándome el puño con él, como una tralla, como una correa, como las riendas que se fijan al bocado de la brida. (…) Ese acto de dominio le permite pensar: ‘Esto es precisamente lo que yo imaginaba que era el sexo. Es bestial… este tío no es un bestia pero se encamina hacia la bestialidad’. Después de correrme, cuando me retiré, Consuelo no solo parecía horrorizada, sino también enfurecida. (…) Todavía me encontraba encima de ella (arrodillando y goteando sobre ella), y nos mirábamos fríamente a los ojos cuando, después de tragar con dificultad, dentelló. De improviso. Cruelmente. A mí. No lo fingía. Era instintivo. Dentelló empleando toda la fuerza de los músculos masticatorios para alzar con violencia la mandíbula inferior. Era como si me estuviera diciendo: ‘esto es lo que podría haber hecho, esto es lo que quería hacer y esto es lo que no he hecho’. Por fin la respuesta directa, incisiva y elemental de la reservada belleza clásica. (…) Ese fue el verdadero comienzo de su dominio, el dominio en el que mi dominio la había iniciado. Soy el autor de su dominio sobre mí.

No se bromea con la vagina dentata. Aunque ya que hablamos de mordiscos: hace poco me hablaron de una escena clave de La muerte de Mikel, película de Imanol Uribe de 1984, en la que un criptohomosexual Imanol Arias pone a prueba su matrimonio mordiéndole por sorpresa la vulva a su esposa en pleno cunnilingus.

Pero busquemos un reposo momentáneo a tanta lucha de poder con un interludio gastronómico.

ORGIA (Édouard-Henri_Avril)

4. Cocinar con ingredientes naturales

Una cucharadita de semen contiene la misma cantidad de proteínas que la clara de un huevo. Sin embargo, su obtención puede ser mucho más divertida”. Miriam Stoppard

Hace tiempo, mientras buscaba argumentos para convencer a posibles partenaires de la riqueza de proteínas, vitaminas y minerales de mi esperma, topé con un libro que recomiendo calurosamente: Cosecha natural. No solo elogia las propiedades organolépticas del semen (sabor dinámico dependiente de la dieta del proveedor, olor agradable, textura suave), sino que proporciona trucos y recetas para cocinarlo. Platos de nouvelle cuisine como “Caviar ligeramente más salado”, “Ostras artesanas”, “Batido de fresa rico en proteínas” o cócteles como el lebowskiano “Ruso casi Blanco”. En algún caso el libro recomienda añadir el ingrediente clave ante los comensales, justo antes de servir el plato, para que tenga la mayor frescura posible.

COSECHA

Entiendo que pueda parecer una dieta chocante, pero tampoco es tan extraña. En varias tribus de PapÚa Nueva Guinea existen rituales de paso a la edad adulta que incluyen la ingestión de semen de personajes notables de la aldea, como forma de alcanzar la masculinidad y la madurez sexual. Pero no muy lejos de allí, en Malasia, tanto la sodomía como la felación son consideradas antinaturales y (al menos teóricamente) castigadas con penas de hasta veinte años de cárcel y un número similar de latigazos. Vivimos en un mundo extraño.

En cualquier caso, la ingesta de semen tiene un beneficio reconocido para la salud. La preclampsia (una peligrosa complicación del embarazo) está causada por el rechazo biológico de la madre a las proteínas “externas” de feto y placenta, que contienen la carga genética ajena del padre. Así pues, la ingestión regular del esperma del padre podría aumentar la tolerancia inmunológica de la madre a esas proteínas, reduciendo a la mitad el riesgo de preclampsia… suponiendo que el esperma ingerido sea el del auténtico padre, ejem.

5. You never go ass to mouth!

Hoy en día puedes hacer lo que quieras —anal, oral, fisting— pero tienes que llevar guantes, condones, protección”. Slavoj Žižek

Hay quien cree erróneamente que el sexo oral está completamente exento de riesgos de ETS. Pero ay, el único comportamiento con riesgo cero es, tristemente, la abstinencia. El sexo oral es comparativamente muchísimo menos peligroso que el vaginal o anal, pero no está exento de posibilidad de contagio de VIH, HPV o algún otro simpático virus, sobre todo si hay heriditas en las encías o la lengua. Lo mejor es asegurarse de la salud delpartenaire, pero en caso de dudas, se recomienda usar preservativo para las felaciones y una barrera de látex para el cunnilingus. ¿Incómodo? Pues sí, qué se le va a hacer.

LIEBE (Michael Zichy -Liebe)

Otro factor higiénico a tener en cuenta durante una felación es qué estaba haciendo justo antes el miembro irrumador o felado. Y aquí podemos recurrir de nuevo a la sabiduría de Kevin Smith, esta vez en Clerks 2: “You never go ass to mouth!”, es decir: “¡Nunca del culo a la boca!”. Supongo que no es necesario que entre en detalles.

Hay quien se preocupa por el riesgo de embarazo mediante sexo oral de forma indirecta. Boris Becker hizo nacer en 2001 una leyenda urbana al respecto que siempre he encontrado particularmente graciosa. Cuando una modelo rusa llamada Angela Ermakova la acusó de ser el padre de su hija recién nacida, Becker sostuvo que eso era imposible, porque solo había mantenido sexo oral con ella (je, como Clinton). Pero al resultar positiva la prueba de paternidad, los abogados de Becker sostuvieron que la concepción había sido un plan de la mafia rusa. La modelo habría retenido el esperma en la boca, congelándolo antes de diez minutos, para inseminarse y poder chantajear al tenista. Ignoro cuánto tiempo mantuvo Boris esa estupidez, pero la historia terminó cambiando a un más plausible polvo de cinco minutos en un armario de artículos de limpieza.

Y ya que entramos en el mundo de los deportistas, me permito una advertencia. El barcelonés Dani Plaza, medalla de oro en 20 km marcha en Barcelona 92, practicó un larguísimo cunnilingus a su mujer embarazada la noche antes del control antidopaje y dio positivo en nandrolona. La relación causa-efecto entre ambos fenómenos parece tenue al primer vistazo, pero no más que el chuletón de Contador o las explicaciones de Dennis Mitchell (“di positivo en testosterona porque la noche anterior tomé cinco cervezas, follé cuatro veces y no dormí”).

FIESTA (Édouard-Henri_Avril)

6. ¿Hoy por ti, mañana por mí?

Se la he chupado a algún tío simplemente porque en ese momento me quedé sin conversación”. Anne Lamott,Crooked Little Heart

Según ciertas encuestas, solo un 32% de mujeres y un porcentaje inferior de hombres obtienen placer proporcionando sexo oral; a ellos dedicaré las últimas frases del artículo. Pero antes, pongámonos en la situación de la desafortunada persona que no disfruta engullendo obeliscos ni hocicando vulvas pero sí obtiene placer de que otro se afane entre sus genitales. El impulso que le lleva a practicar activamente sexo oral está bien estudiado por la sociología: el altruismo recíproco. El hoy por ti, mañana por mí, el “quid pro quo, señorita Starling” de Hannibal Lecter. Y conste que, aunque lo diga el caníbal, quid pro quo no significa “una cosa a cambio de otra”, sino “confundir una cosa con otra”; más correcto sería do ut des, this for that, da y recibirás, los generosos heredarán la Tierra. Un comportamiento en el que no se pide algo explícitamente, pero cuando se otorga se espera recibir un pago similar a cambio, aunque no sea en ese mismo momento o incluso procedente de la misma persona. Los regalos de valor cuidadosamente calculado entre japoneses, los banquetes recíprocos de los indios Yanomami, los hobbits y sus mathoms (regalos inútiles pero siempre correspondidos). Para mucha gente las felaciones y cunnilingus siguen un patrón similar: algo cansado y costoso, pero que puede verse recompensado con una sesión oral equivalente u otro tipo de estimulación sexual percibida como unidireccional. Lame y serás lamido. Es un deber hacia la humanidad castigar el egoísmo: si se aísla sexualmente a los individuos “tramposos” que se niegan a corresponder, ese comportamiento irá desapareciendo evolutivamente y viviremos en un mundo mejor.

Hay quien intenta no equiparar felación y cunnilingus empleando la leyenda negra de la vulva maloliente, que convertiría el sexo oral femenino en una tortura intrínseca y algo que practicar solo muy de vez en cuando. Tonterías. Ya dije y mantengo que un coño limpio y libre de vaginosis huele y sabe de maravilla. Ni siquiera hace falta recurrir a la Honey de El perfume del invisible de Milo Manara.

Los motivos por los que practicar sexo oral son muchos y variados, sea como juego previo al coito o práctica sexual en sí misma. Siempre me han intrigado las metáforas de béisbol de las películas americanas de institutos, en las que el sexo oral debe ser más que “llegar a la segunda base” pero menos que un home run; en cualquier caso una actividad que permite intimidad sexual entre adolescentes sin perder la virginidad ni arriesgarse a un embarazo (excepto si eres Boris Becker).

Pero el principal motivo por el que hacerlo es, evidentemente, porque se disfruta. Así quiero terminar este pequeño repaso a la oralidad sexual: homenajeando a ese poco más del 30% de personas que disfrutan enormemente del hecho de estar proporcionando placer; héroes y heroínas que pasan horas concentrados en un acto zen, un paréntesis plácido en el espacio-tiempo que reduce todo el universo, todo, a una boca, unos genitales y una cara. Porque el rostro de la persona que recibe la felación o el cunnilingus es en realidad el auténtico protagonista. Zor Neurobashing, de Omnia-X, tiene claro que hay que llevar la contraria al título de este artículo y mantener los ojos bien abiertos: “lo que excita son las caras, los gemiditos y los retorcimientos de la chica. Y cuanto más les gusta, mejores caras ponen y claro, el condicionamiento es muy bueno”. Como en toda artesanía, la práctica constante permite la excelencia. Así sea.

SIRENAS (Édouard-Henri_Avril)


O uso das palavras obscenas

                                                                                      Bertolt Brecht

O uso das palavras obscenas

Desmedido eu que vivo com medida
Amigos, deixai-me que vos explique
Com grosseiras palavras vos fustigue
Como se aos milhares fossem nesta vida!

Há palavras que a foder dão euforia:
Para o fodidor, foda é palavra louca
E se a palavra traz sempre na boca
Qualquer colchão furado o alivia.

O puro fodilhão é de enforcar!
Se ela o der até se esvaziar: bem.
Maré não lava o que a arvore retém!

Só não façam lavagem ao juízo!
Do homem a arte é: foder e pensar.
(Mas o luxo do homem é: o riso).

(Tradução de Aires Graça)

http://conhecer.no.sapo.pt/poesia7



La vulva es bella: de la vagina dentata a la adoración del yoni

Publicado por 

¿Podría el lector o lectora coger un bolígrafo y garabatear un pene y unos testículos en algún post-it cercano? Y ahora, ¿podría dibujar una vulva, con sus labios mayores y menores y su capucha clitoral? La escritora Mithu M. Sanyal, autora de Vulva, la revelación del sexo invisible, llevó a cabo un experimento similar con un buen número de mujeres, hallando que muy pocas sabían dibujar una vulva reconocible y anatómicamente correcta. Su conclusión: “con la salvedad de las ilustraciones médicas, solo vemos imágenes de la vulva como productos de las industrias del porno y de la higiene”.

La vulva es representada en el imaginario colectivo occidental como una ausencia, un hueco, un agujero, un espacio en blanco: “para la simbolización del sexo de la mujer, el imaginario solo provee una ausencia allí donde en otros casos hay un símbolo muy destacado”, en palabras de Lacan. El clítoris y los labios se tornan invisibles, solo se tiene en cuenta la apertura vaginal considerada como una ausencia. Cuando sí se admite la existencia de la vulva, es tratada por los imbéciles con asco, prevención o rechazo; es ocultada y sumergida por mitos como su supuesta fealdad o mal olor… Grabad estas palabras en piedra: un coño limpio huele de maravilla. Cuando una compañía alemana sacó al mercado un perfume vaginal llamado Vulva, pudieron leerse en la red miles de comentarios infantiles y llenos de aspavientos ridículos… Y ya solo la sugerencia o metáfora de la vulva causa polémica al aparecer en el espacio público, como en este objetivamente nada obsceno cartel del 12º Festival de Cine Erótico de Barcelona.

El laberinto de referencias artísticas, mitológicas y religiosas al coño resulta apasionante y divertido de desentrañar, así que he convencido (no sé cómo) a los responsables de Jot Down para que acojan un artículo vulvar en su seno. Un viaje que empezará con una pregunta a la que durante siglos los filósofos han estado dando vueltas… ¿Qué es un coño?

1. Un coño no es un pene ausente

Lo que yo tenía y era bueno al tacto no tenía nombre. Solo los niños tenían algo afuera, así que yo no podía tener mi clítoris y al mismo tiempo ser una niña”. Paciente de la psicoanalista Harriet Lerner.

En las sociedades occidentales el varón ha sido tradicionalmente la medida de todas las cosas, y por tanto los genitales femeninos han sido patéticamente descritos como variantes subdesarrolladas de los genitales “completos”, los masculinos. El mismísimoGaleno escribió: “Al estar mutilada, la mujer es menos perfecta y completa que el hombre en relación con las partes que asisten a la reproducción”. Alberto Magno asocia la femineidad a problemas durante el embarazo que impiden el desarrollo del pene, de lo que deduce que “la mujer no es en su naturaleza un ser humano, sino un nacimiento fallido”.

Aparentemente incapaz de imaginar una mujer sin algún tipo de falo, el anatomista del siglo XVIAndreas Vesalius representó en De humani corporis fabrica los genitales femeninos como un enorme pene invertido del que la vulva sería el glande. No tiene desperdicio la explicación de Prospero Bergarucci, discípulo de Vesalius, para esta extraña configuración anatómica: “A sabiendas de la inconstancia y soberbia de la mujer, y para contrarrestar así su permanente anhelo de dominio, la naturaleza le dejó las partes sexuales en su interior para que, cada vez que esta piense en su presunta carencia, deba volverse más pacífica, más obediente y finalmente más pudorosa que cualquier otra criatura en el mundo”. Si Dios hubiera querido enseñar humildad al varón le hubiera invertido el escroto, podría deducirse siguiendo ese tren de pensamiento.

Cuando se admite que las mujeres carecen de falo, surge la idea de que les gustaría tenerlo. Según Sigmund Freud, las niñas entre tres y cinco años descubren que no tienen pene y que han sufrido una castración (de nuevo la vulva permanece aparentemente invisible) y adquieren “envidia del pene”, especialmente el del padre; un ansia inconsciente que solo puede verse satisfecha dando a luz un niño como sustituto del falo.

Si los labios de la vulva han permanecido ausentes del imaginario colectivo occidental durante siglos, el pobre clítoris ha llegado a ser tratado directamente como una deformidad. Barbara Walker cuenta una anécdota tristemente significativa en The Woman’s Encyclopedia of Myths and Secrets: “Durante un proceso por brujería en 1593, el esbirro a cargo del examen (un hombre casado), descubrió por primera vez un clítoris y lo identificó como una marca del diablo. Era ‘un pequeño trozo de carne, sobresaliente como una tetilla, de media pulgada de largo, escondido en un lugar muy secreto que era indecoroso mirar’. (…) Mostró la cosa a varios espectadores, que no habían visto jamás algo así”.

Aunque casi sería mejor esta ignorancia que un reconocimiento que desemboque en prácticas como la ablación del clítoris y/o de parte de los labios de la vulva, animalada que persigue eliminar “las partes masculinas” de los genitales femeninos (es decir, dejar solo el agujero penetrable y eliminar lo que no se comprende) y limitar el acceso de la mujer al placer sexual para aumentar su docilidad. Y a quien le parezca algo exclusivo de culturas exóticas, que se fije en esta frase algo repulsiva de Freud: “cuando una mujer llega a la edad adulta y entra en la femineidad, el clítoris debería ceder su sensibilidad e importancia, parcial o completamente, a la vagina. Lo que no sea un túnel, una vaina, un receptáculo para el pene del varón, sencillamente no debe existir o debe ser secundario. Muchos ven en este rechazo hacia la vulva el origen de bastantes labiaplastias, intervenciones de cirugía estética en que mujeres avergonzadas de sus labios vaginales los remodelan o mutilan para reducirlos.

Ya paro, que me indigno. En cualquier caso, lo primero que debe hacerse para revertir el proceso de invisibilización de algo es nombrarlo con precisión. Pero, ¿cómo podemos llamar a la rosa?

2. El nombre de la rosa

“Los maridos debieran seguir un curso
por correspondencia
si no se atreven a hacerlo personalmente
sobre los órganos genitales de la mujer
hay una gran ignorancia al respecto
quién podría decirme por ejemplo
qué diferencia hay entre vulva y vagina
sin embargo se consideran con derecho
a casarse
como si fueran expertos en la materia”
Nicanor Parra, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui

En textos médicos antiguos se usa la palabra vulva para referirse indistintamente a los labios, la vagina, el útero o todo junto: lo triste es que duren imprecisiones similares siglos más tarde. Resulta sorprendente la extendida confusión entre vagina (el tubo interno de membrana mucosa) y vulva (los genitales externos). En la famosa obra teatral Monólogos de la vagina se usan indistintamente ambos términos, lo que llevó a la psicoanalista Harriet Lerner a lamentarse: “¿Existe una repentina amnesia feminista en relación con la diferencia entre la vulva y la vagina? (…) Dudo que los hombres toleraran una supuesta celebración de su sexualidad en que se confundiesen los testículos con el pene”.

En 1980 Lerner fundó el Club Vulva con el objetivo de prevenir las consecuencias de este tipo de confusiones. Lerner pone el ejemplo de un texto de educación sexual de los setenta en que, si bien los genitales masculinos se describen detalladamente, se omite cualquier referencia a los labios o al clítoris, mencionándose solamente “apertura vaginal, vello púbico, ovarios y útero”. Los genitales quedan reducidos a las partes involucradas en la reproducción y el agujero en que el hombre envaina su espada.

La palabra vulva (“envoltura”), del latín volvere, no está teniendo demasiado éxito a pesar de ser mi favorita particular, junto a la más imprecisa “coño”. Muchos consideran “vulva” un término médico o técnico, cuando no lo es más que pene o testículo; otros se limitan a hacer chistes diciendo que vulva suena a marca de coches sueca. Sin embargo vulva es una palabra preciosa: su V repetida remite al triángulo genital, al vello púbico y a V de Vendetta. Bueno, esto último quizás no. Pero en cualquier caso es mejor que las alternativas…

Y es que muchos nombres para el genital femenino van asociados a la vergüenza o la ocultación, ya desde el sinus pudoris (cueva de la vergüenza) o el inhonesta usados por Isidoro de Sevilla. En alemán los labios mayores y menores son Schamlippen, literalmente “labios de la vergüenza”, y el triángulo público es el Schamdreieck, “triángulo de la vergüenza”. Eso cuando se utiliza un nombre cualquiera y no se ocultan los genitales femeninos como “las partes” o el “allí abajo” que recuerda Gloria Steinem: “‘Allí abajo’, esas eran las palabras —pronunciadas raras veces y en voz baja— con que las mujeres de mi familia llamaban a los órganos sexuales femeninos, tanto internos como externos”.

Ante estas alternativas, en este artículo reivindicaré tres palabras: “vulva”, “coño” y “yoni”, nombre sánscrito que, como veremos más adelante, tiene implicaciones tántricas y religiosas.

En la Yoniversity puede encontrarse un recopilatorio de nombres de la rosa en varios idiomas. Es un mito que los esquimales utilicen cien palabras para designar a la nieve (son más bien diez o doce), pero sí existen 27 nombres árabes llenos de matices para los genitales femeninos. En el manual erótico del siglo XVI The Perfumed Garden se recogen desde el genérico el feurdj (“abertura, valle”) hasta los muy específicos el deukakk (“aplastador”) para referirse al yoni capaz de apretar y comprimir el pene durante el coito, el harr (“cálido”) para el que emite un intenso calor propio, o el hacene (“hermosa”) para la vulva de una simetría y belleza tales que hace imposible dejar de mirarla fijamente.

Lo que nos lleva a una pregunta desasosegante: si mirar fijamente el Sol puede dejarte ciego… ¿puede resultar peligroso mirar directamente un coño?

3. En las fauces de la vagina dentata

¿Tan misterioso es esto? ¡Es mi vagina, no la esfinge!” Miranda, en Sexo en Nueva York

Freud hablaba del miedo a la castración que experimentan los niños al darse cuenta por primera vez que las niñas no tienen pene: confieso que no he visto una mejor demostración de ese pánico primordial que en esta escena deDragon Ball en que Son Goku descubre la vulva de Bulma. En cualquier caso, no hace falta mucho psicoanálisis para deducir que muchos hombres sienten miedo por lo intrínsecamente femenino. En lo simbólico los atributos masculinos se asocian traidicionalmente a obeliscos apolíneos y a la razón, mientras que los femeninos han sido vistos como propios de la oscuridad irracional, el miedo o el asco. En palabras de la investigadora feminista Toril Moi: “El falo es entendido a menudo como una forma completa, homogénea y sencilla, en contraste con el caos aterrador del genital femenino”.

La materialización más evidente del miedo a la castración es la imagen de la vagina como grieta peligrosa y sangrienta armada de dientes afilados: la vagina dentata. Este símbolo aparece en cuentos y leyendas de todo el mundo como una clara advertencia: el sexo de la mujer es peligroso y puede castrar al varón o inutilizarlo. Un mito antiquísimo vigente hoy en día en películas como la reciente Teeth, con un giro irónico-terrorífico que convierte la dentata en arma de autodefensa.

A veces no es necesario ni siquiera penetrar esa vagina letal, basta con mirarla. En una leyenda árabe recordada por Catherine Blackledge en Story of V, el sultán de Damasco pierde la vista al observar una vagina dentata que le arranca los ojos (!) de un mordisco. Al personaje popular de Peeping Tom se le caen literalmente los ojos al suelo tras espiar a la desnuda Lady Godiva. Todos los espectadores que vieron la desnudez de la santa Epistene durante su martirio perdieron la vista…

En varios cuentos africanos el final feliz llega cuando el héroe usa palos o lanzas (instrumentos fálicos, en definitiva) para arrancar los dientes de la vulva mordedora, en una metáfora evidente de la ruptura de la voluntad de la mujer y su transformación en criatura inofensiva y apta para el matrimonio. De forma menos literal pero con el mismo trasfondo, en La fierecilla domada de Shakespeare Petruchio le arranca a Catalina los dientes de su intelecto y su sarcasmo, domesticándola hasta convertirla en una cuasilobotomizada criatura que acaba recomendando a las mujeres que “pongan sus manos, como señal de obediencia, a los pies de sus maridos”.

Otras visiones de la dentata sitúan su origen en el hecho de que tras eyacular el hombre queda exhausto, exprimido, “devorado” por la mujer vista como una vampira de energía vital. Dice Camille Paglia en Sexual Personae (polémico libro que merecería un artículo para él solo): “la vagina dentada no es una alucinación sexista: cada pene es disminuido por cada vagina, del mismo modo en que la humanidad, varón y hembra, es devorada por la Madre Naturaleza”. Paglia ejemplifica esta identificación natural con un fragmento de A contrapelo, deHuysmans, en que “un hombre es atraído magnéticamente hacia los muslos abiertos de la madre naturaleza, hacia las ensangrentadas profundidades de una flor carnívora de hojas afiladas como sables”.

Es curioso este pánico primordial masculino hacia los dientes simbólicos de la vagina… y que sin embargo esté tan extendido (afortunadamente) el gusto por la felación realizada por una boca repleta de dientes auténticos. Pero la simbología de la fellatio (que la hay, y mucha) queda para otro artículo futuro, si no me devora antes alguna dentatao me echan de Jot Down por pervertido.

4. La adoración del yoni

“Su parte inferior es el altar sacrificial,
su vello la hierba sagrada,
su piel el origen del soma.
Los labios de su yoni son el fuego central.
Muchos mortales atraviesan el mundo sin virtudes,
especialmente los que practican la unión sexual sin saber esto.“
Brihad Aranyika Upanishad, VI

En contraste con el pánico de la dentata, los genitales femeninos han sido vistos también como lugares sagrados y curativos. Existen mitos y leyendas en varias tradiciones en los que la exhibición de la vulva en un momento crítico ha ahuyentado a los demonios, resucitado a los muertos o incluso salvado al mundo. En el artículo Strip/Tease del especial aniversario de Jot Down hablé del mito de Baubo, la diosa que salvó a Deméter de la desesperación contándole chistes obscenos, riendo y mostrándole su vulva sanadora. Inanna, la diosa sumeria del amor y la guerra, estaba muy orgullosa de sus genitales. En los Himnos a Inannapodemos leer: “la diosa lanzó gritos de júbilo por su vulva, tan hermosa de contemplar, y se felicitó a sí misma por su belleza”. Inanna también aportó su granito de arena al debate sobre el nombre de la rosa al declamar: “Mi vulva, el cuerno, la Barca Celestial llena de deseo como la joven luna”.

El poder apotropaico (es decir, protector) del coño se manifiesta en las Sheela-na-gigs, esculturas de mujeres con una sonrisa maníaca en la cara y las manos abriendo de par en par los labios de la vulva. Se encuentran en iglesias románicas y castillos, especialmente en Irlanda, y su situación estratégica frente a puertas y ventanas sugiere que protegen contra el mal y la muerte.

El culto religioso a la vulva (o, hablando con propiedad, al yoni) se encuentra extendido en muchas sectas hindús, en general en relación con el masculino lingam. El yoni de la Gran Diosa Kali manifiesta el poder generador de la naturaleza. En palabras de Ajit Mookerjee, director del Museo de Arte de Nueva Delhi, en Kali, the feminine force: “El yoni es alabado como un lugar sagrado, un punto de transferencia de fuerzas sutiles, la puerta de entrada a los misterios cósmicos. En las esculturas, la diosa es representada yaciendo sobre su espalda, las piernas abiertas para el culto, o con los pies muy separados mientras su adorador bebe bajo el arco de sus piernas el yoni-tattva, la esencia sagrada. (…) En el yoni-puja o ritual de la vulva, la vulva de una mujer viviente o su representación en piedra, madera, pintura o metal son adorados como símbolo de la diosa”.

Merece la pena detenerse en este ritual del yoni-puja y comprender que es un rito religioso, desprovisto de contenido directamente sexual, a pesar de que una de las formas de celebrarlo es bebiendo cinco líquidos derramados en la vulva de una sacerdotisa. Sobre el yoni de la mujer se vierten consecutivamente agua, yogur, miel, leche y aceite, que son recogidos con un cuenco situado entre sus muslos. El contacto íntimo con la vulva purifica estas sustancias, que representan los cinco elementos de la cosmología hindú, antes de ser consumidas por los asistentes al ritual.

El Ambubachi Mela es un festival realizado en Assam en honor de la menstruación anual de la diosa tántrica Kamakhya, un aspecto de Kali. Durante las celebraciones se depositan ofrendas a la diosa frente a una abertura vulvar abierta en la roca de la que mana un riachuelo subterráneo. Los peregrinos tocan esta agua sagrada de yoni y beben de ella… En esta misma familia de rituales se engloba el segundo nacimiento, un ritual similar al bautismo en que los creyentes pasan a través de un gigantesco yoni de madera o piedra, tras lo que se consideran renacidos a un nuevo mundo espiritual.

Parece que al fin estamos en el buen camino: la vulva como señal sagrada, pliegue cálido y acogedor del cosmos, puerta entre estados de conciencia… Ya podemos declamar que la vulva es bella.

5. La vulva es bella

Eduquemos a una generación sin chistes de babosas y pescados, con respeto por los ciclos mensuales femeninos en lugar de asco, vergüenza y dogmas religiosos. Regalémonos más imaginería genital femenina en mitos, arte, joyería, libros…” Kirsten Aderberg

Todo el arte de la humanidad empezó con el dibujo de un coño. Durante unas excavaciones recientes en la cueva francesa de Abri Castanet se encontraron diseños vulvares grabados en la pared de roca hace 37.000 años: el arte rupestre más antiguo del mundo. Estos grabados, junto a otros similares hallados en las cuevas de Fontainebleau o la aparición de estatuillas de Venus como la de Willendorf o la de Hohle Fels, con la vulva muy acentuada, han sido interpretados como elementos de rituales de fertilidad y adoración de Diosas Madre primitivas.

Para encontrar hoy en día vulvas grabadas en las paredes no tenemos que irnos muy lejos: el escultor británicoJamie McCartney ha sacado recientemente 400 moldes de yeso de otras tantas vulvas, pertenecientes a mujeres de entre 18 a 76 años, y las ha expuesto en diez enormes paneles que forman un muro de nueve metros de largo, bautizado con cierta rechifla como Great Wall of Vagina (en realidad son vulvas y no vaginas, pero la precisión le fastidiaba el chiste). Esta exposición itinerante se presenta como un muestrario de vulvas, una celebración de su enorme variedad y de su belleza intrínseca. Un proyecto a priori cautivador pero no carente de críticas: la frialdad blanca del yeso no parece combinar con la carnosa suavidad rosada de las vulvas originales.

Entre los grabados paleolíticos y las esculturas de McCartney tenemos unos cuantos siglos de expresiones artísticas de los genitales femeninos que me gustaría al menos mencionar. Rastrear falos resulta sencillo en el arte occidental, pero no ocurre lo mismo con las representaciones explícitas de vulvas más allá de algún fresco pompeyano o algún estudio anatómico-forense de Leonardo Da Vinci. Un motivo recurrente a partir de la época clásica es lavenere pudica (de pudere, “avergonzarse”): la diosa tapándose pechos y vulva con las manos, avergonzada de su desnudez, como en la Afrodita de Praxíteles o El nacimiento de Venus de Botticelli.

Dado que el genital femenino se oculta y escamotea, se redescubren constantemente otros símbolos: copas, triángulos, rosas u otras plantas como las flores genitales de Araki o Georgia O’Keefe, espirales, entradas de cuevas, laberintos (imagino a Borgessobresaltándose), valles… y corazones. Dice Gloria Steinem: “La forma que llamamos ‘corazón’ —que en su simetría se parece mucho más a la vulva que al órgano asimétrico cuyo nombre lleva— es probablemente un símbolo remanente del genital femenino. Siglos de dominación masculina lo han despojado de su poder y reducido al romanticismo”. La Goulue, bailarina de cancan que aparece en varios cuadros de Toulouse-Lautrec, llevaba un corazón rojo bordado en su ropa interior, y lo descubría obscena y juguetonamente al levantar las piernas durante el baile. Esta identificación entre corazón y vulva está presente en todo tipo de iconografía moderna.

Para pasar de los símbolos a la representación explícita del coño en la pintura occidental tenemos que desplazarnos a 1866, año en que Gustave Courbet pintó por encargo El Origen del Mundo. Esta vulva en primer plano y encuadre forzado a la que no se puede asociar un rostro (lo que crea a la vez intriga y sensación de universalidad) lleva más de un siglo dejando un rastro de censuras, escándalos y polémicas, la última tan reciente como octubre de 2011, en Facebook.

Tanto pudor europeo contrasta con el despreocupado arte tradicional japonés, en particular con los shunga o “dibujos de primavera”, grabados abiertamente pornográficos producidos en su mayoría entre los siglos XVII y XIX. Muchos artistas dibujaron shunga sin que fuera visto como una deshonra o una vergüenza, entre ellos el mismísimo Hokusai con imágenes tan potentes como esta. Tanto el pene como la vulva eran representados de forma explícita, exagerada y anatómicamente clara.

En occidente hubo que esperar a los siglos XIX y XX y aKlimtPicasso o Schiele (o a fotógrafos como Helmut Newton o Robert Mapplethorpepara encontrar representaciones más o menos explícitas de genitales femeninos. Por supuesto, podemos encontrar ejemplos de representaciones vulvares en el arte moderno: delamor lésbico de Suzanne Bellivet a la claridad deÁlvaro Pemper o el hiperrealismo de John Currin. Taschen editó el libro de fotografía definitivo para fanáticos del coño como yo: The big book of pussy, con más de 400 imágenes de vulvas de todas las formas, colores y tamaños. Una de las fotógrafas incluidas en el recopilatorio, Frannie Adams, es autora de obras tan vulvófilas como Pussy Portraits, una serie de fotos decoños retratados junto a las caras de sus dueñas.

En el terreno de la performance y las artes plásticas alternativas una generación de artistas rompió el tabú de la vulva sobre el escenario. Una de estas pioneras fue Shigeo Kubota, que pintó cuadros en 1965 usando sangre menstrual y su vagina como soporte para el pincel. Diez años más tarde, Carolee Schneemann en Interior Scroll se desnudó sobre el escenario y extrajo de su vagina un larguísimo rollo de papel del que leería uno de sus incendiarios poemas… Una estrategia de poesía genital que seguirían años más tarde, fisting mediante, artistas como Diana Torres, pornoterrorista. Por su parte, Judy Chicago revolucionaría en los setenta el arte abstracto con sus formas vulvares y su instalación The Dinner Party, homenaje a 39 mujeres importantes de la historia.

Llega un punto en que arte plástico, feminismo, performance y divulgación vulvar se unen de la mano: Annie Sprinkle y su ginecología casera de espéculo y autodescubrimiento, Marina Abramovic y su descacharrante repaso a la sexualidad balcánica, el documental Viva la vulva en que Betty Dodson discute con un grupo de mujeres la apariencia de sus vulvas y cómo estimularlas… Y estaría tentado de añadir a Maude Lebowski y su pintura vaginal aérea si no fuera un personaje de ficción.

Termino el recorrido con un par de recomendaciones para quien quiera leer más: el imprescindible ensayo Vulva, la revelación del sexo invisible de Mithu. M. Sanyal, y el libro Vulva Empowerment: vulvas in History, Art, Mithology and Society, de Kirsten AnderbergTambién es interesante y poético este artículo de Rodrigo Martínez Andrade La vulva como metáfora, afortunado título que me sugiere la palabra vulváfora. Y, en otro estilo, tengo que recomendar Coños, de Juan Manuel de Prada, como mirada masculina y coñona (nunca mejor dicho) al mundo de la vulva. Un libro salvaje y divertidísimo que nunca entenderé cómo ha podido surgir de la misma persona que ahora sostiene que la pornografía va matando el alma.

Y ya que sale el tema de la mirada masculina: soy un hombre que acaba de escribir sobre coños, pero no pretendo ser uno de esos irritantes perdonavidas que, en palabras de Gloria Steinem, “pretenden saber más del cuerpo de las mujeres que las mujeres mismas”. Lanzo pues al aire dos peticiones a las mujeres lectoras de este artículo: complementad la información parcial que aquí aparece y, sobre todo, animaos a escribir, en justa reciprocidad, un artículo sobre penes, varitas mágicas, bastos, pollas, obeliscos, herramientas, falos…


Mariposa del polen sin dueño

metamorfosis del vertiginoso origen

ojeo tus hojas

con mis dedos nómadas

insomne e insaciable

donde te posas

inviertes la vida

volteando las ganas

hasta que sucumbe el que te toca

Y tu, intacta

confundes la muerte

con la eternidad de una herida

haciendo hasta de la nieve

un beso políglota

donde palpitan todas las islas

todos los mares

donde las anguilas astrales

desovan brasas

Y yo, Simbad para siempre

y tú, poblada de tigres

me haces vagabundo de tu noche sin verbos.

Aquí, sobra el Paraíso

y jamas

habrá

para ti,

un séptimo día.




         


los VERBOS en flor

  www.karlotti.com

   ramilletes de flores, cestitas de frutas del JARDIN DE LA DELICIAS 
la asimetria de los labios

garantiza la inutilidad de la precaucion

solo su horizontal existencia

es comparable a la invencion del sueño